22 febrero 2014

Mártires de la Tradición 2014 en Madrid: El Pardo, 8 de marzo

El Pardo (Madrid)
Sábado 8 de marzo de 2014

12:00
Santa Misa
por los Mártires de la Tradición
Iglesia del Cristo del Pardo, PP. Capuchinos
Carretera del Cristo del Pardo, 11

13:30
Comida de hermandad
y acto político
Restaurante El Faro
(Ctra. El Pardo-Fuencarral, Km. 1, El Pardo, Madrid)
Para asistir a la comida se ha de hacer reserva de plazas antes del día 3 de marzo: por teléfono al 622796664 ó por correo electrónico.
Cubierto: 35 € (estudiantes: 30 €).

Transporte cada catorce minutos aproximadamente: línea 601 de autobús interurbano desde el intercambiador de Moncloa (trece minutos hasta El Pardo).


Los actos principales por la fiesta de los Mártires de la Tradición (diez de marzo) se adelantan este año al sábado 8 de marzo, en El Pardo (Madrid).

S.M.C. Don Carlos VII, al instituir en 1895 la fiesta de los Mártires de la Tradición recomendó «procurar sufragios a las almas de los que nos han precedido en esta lucha secular, y honrar su memoria de todas las maneras imaginables, para que sirvan de estímulo y ejemplo de los jóvenes y mantengan vivo en ellos el fuego sagrado del amor a Dios, a la Patria y al Rey». Atenta a esas indicaciones, la Comunión Tradicionalista invita a asistir a los siguientes actos que se celebrarán, D.m., el próximo sábado 8 de marzo de 2014, en vísperas de la mencionada festividad:
  • Santa Misa por los Mártires de la Tradición que se celebrará el sábado 8 de marzo, a las 12:00, en la Iglesia del Cristo del Pardo (Ctra. del Cristo del Pardo, s/n, El Pardo, Madrid).
  • Comida de hermandad a las 13:30 en el Restaurante El Faro (Ctra. El Pardo-Fuencarral, Km. 1, El Pardo, Madrid).
Para asistir a la comida se ha de hacer la reserva de plazas antes del día 3 de marzo, bien en el teléfono 622796664, bien por correo electrónico.

Cubierto: 35 € (estudiantes: 30 €).

En breve daremos más información sobre estos actos.

No es mártir, en sentido estricto, sino el que con la muerte da testimonio de su fe cristiana. Con razón llamamos mártir a aquel requeté anónimo que, herido de muerte en Navafría, aún tenía corazón para susurrar: «muero contento por dar la vida por la Religión y por España y tranquilo por haber comulgado esta mañana», y a tantos otros, de cuya suerte nada sabemos, pero que, al partir hacia el frente, se les vio tranquilizar a sus mujeres con palabras como éstas: «No te preocupes por nuestros hijos, que si muero como mártir, Dios velará por ellos». Y ¿cómo no hacer partícipe del mismo galardón a la madre que, ante el cadáver de su hijo muerto en el tercio, tuvo la entereza de decir: «y todos los hijos te daré, Dios mío, si es preciso». Son hechos históricos. (Manuel de Santa Cruz, Apuntes y Documentos para la Historia del Tradicionalismo Español 1936-1966, t. 10, 211-213). Unos fueron mártires en sentido estricto, como Antonio Molle Lazo, otros por extensión analógica de la palabra, pero todos ellos manifiestaron con sus obras que ponían la fe en bienes espirituales por encima de las materiales, como los que sufrieron —y siguen sufriendo hoy— destierros, persecuciones o despojo de sus bienes. Y cualquier trabajo o padecimiento, por alejado que esté del martirio estricto, lo será en cierta medida o estará en su antesala, si cumple la condición de manifestar con obras la fe en bienes invisibles con desprecio de los visibles. Condición que no se da —no lo olvidemos— cuando, al despreciar los bienes mundanos, se buscan otros que no lo son menos, como honores, prestigios, notoriedades y caudillajes; cuando se dice mucho y se obra poco; cuando, sin más, se da salida al enfado del momento o se busca dar infantil prueba de la propia hombría.